Artículo Revista Mensaje de José Tomás Vicuña, S.J.
Director Arica de Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados.
Por razones de salud, educación y comercio ha
un movimiento continuo en nuestra frontera
norte. No es una migración a Chile, pero desde
nuestro sentido de superioridad y alteridad, sentimos
que son los otros los que vienen.
Para
comprender la migración en la frontera norte de Chile hay que mirar a los
primeros habitantes de esta macrozona. La migración comenzó cuando no había
fronteras geopolíticas y se vivía desde la transhumancia. Se puede apreciar
vestigios de intercambio recíproco en la zona desde el 3.000 a.C.. Por milenios,
el patrón de conducta de los habitantes del sur andino fue ir de un lugar a
otro, de ida y vuelta, intercambiando cultura, objetos, alimentos, sembrando y
cosechando.
Este intercambio, que manifestaba un vínculo entre
los habitantes del sur andino, si bien ha continuado hasta estos días, hoy lo
llamamos migración y lo sentimos como una amenaza. El proceso de chilenización
de la zona norte de Chile llevó a negar nuestra historia y a ver al otro como
alguien ajeno y amenazante. La construcción de la identidad en esta zona, post
Guerra del Pacífico, se realizó desde los héroes militares, una identidad
nacional por sobre la geográfica, acompañada de un sentido de superioridad
sobre el vecino (“ganamos” la guerra). Quizás este proceso de negación fue
llevando a que la transhumancia pasara a ser llamada migración, que el intercambio
regional se manifestara como “vienen a buscar trabajo”, y que menospreciáramos
a quien viene de Bolivia y Perú (países participantes de la guerra), mas no a
colombianos o ecuatorianos.
Mirar
Las Personas
Podríamos decir que hasta el día de hoy vivimos la
transhumancia en esta zona, ya que solo en 2011 casi cinco millones de personas
emplearon el paso fronterizo Chacalluta. Ese año más de 70.000 personas
cruzaron por cinco o seis días a Arica bajo el “Convenio Arica-Tacna”. La
mayoría de ellos, y aun cuando la norma no lo permita, vino en busca de
trabajo. El Estado chileno ha propiciado políticas que fomenten la acogida inmigrantes,
pero hemos detectado que en varios casos existe desconocimiento —sea por parte
de los funcionarios públicos o sea de los propios inmigrantes—, desconocimiento
que en algunos casos es acompañado por discriminación, por parte de los
primeros. Si bien el Servicio de Salud en el norte chileno representa un
considerable gasto en la atención a inmigrantes, poco y nada se dice en esta zona
sobre los chilenos que cruzan cada semana a atenderse en los hospitales
públicos de Tacna. La percepción chilena es que “los otros abusan”, mientras
que “nosotros nos atendemos”. Sin embargo, en ambos casos hay uso de un
servicio público. Más aún, el de los inmigrantes en Chile se promueve por medio
de las acciones de integración. Entonces, ¿lo queremos promover, pero no
ejercer? En el ámbito educacional, solo el 4% de los estudiantes primarios y
secundarios en Arica son extranjeros. Una cifra menor a la percepción. El 90%
lo concentran bolivianos y peruanos, pero a la vez encontramos nacionalidades
tan disímiles como suecos, venezolanos, nigerianos, paraguayos y
estadounidenses, entre otros. En la educación universitaria, la Universidad de
Tarapacá ofrece la beca transfronteriza para alumnos de los países vecinos,
pero Chile no es el único que acoge a extranjeros en esta zona. En Bolivia,
especialmente en La Paz y en El Alto, estudiantes peruanos asisten a universidades
del país altiplánico, sobre todo en carreras del área de la salud.
Un tercer ámbito de intercambio es el comercio.
Habitantes de los tres países cruzan fronteras para comprar productos y luego
ser vendidos en sus países de origen. El comercio en Tacna se ve muy favorecido
con los chilenos que cruzan, especialmente en día sábado, para hacer cosas tan
diversas como confeccionar poleras, comprar artículos electrónicos o disfrutar
de la gastronomía peruana. Mención especial merece el puerto de Arica (TPA),
donde sus ventas provienen de Bolivia en un 70%. Salud, educación y comercio
son solo tres ejemplos de intercambio y movimiento continuo entre los
habitantes de la trifrontera. No es una migración a Chile, sino un
desplazamiento constante entre los habitantes de la zona. El problema radica en
que en Chile negamos estos patrones de conducta y desde nuestro sentido de
superioridad y alteridad, observamos como que los otros vienen. sacar provecho Es
de prever que estos patrones continuarán y se profundizarán. Paradójica resulta
la discriminación en Arica hacia el inmigrante, en circunstancias de que los
propios ariqueños migran hacia el sur en busca de trabajo en las mineras. Este
sector ofrecerá más de 70.000 empleos en los próximos ocho años, mientras que
el Instituto Nacional de Estadísticas estima que la población en la XV Región
seguirá decreciendo .
Dirigentes de la Cámara Chilena de la Construcción en
Arica estimaron para esta zona un déficit de 1.500 trabajadores en la
construcción5. En los valles, en tanto, los chilenos no quieren trabajar, lo
que quizás sea una muy buena noticia para los empleadores chilenos ya que en un
estudio realizado el 2011 a empleadores de Azapa expresaba que el 82%
encontraba la mano de obra extranjera más productiva que la chilena6 . Una
medida que ayudaría a regularizar el mercado laboral en esta zona sería
eliminar la anacrónica normativa que no permite contratar a más de un 15% de mano
de obra extranjera. Esta acción, acompañada de una reducción en los costos de
las visas y mayor flexibilidad para el período de contrato (la visa sujeta a
contrato debe ser por un año, algo no acorde a temporadas obreras y agrícolas),
permitirá una formalización de los trabajadores, que el Estado hoy desea pero
no facilita. ¿Bajarán los sueldos formalizando a trabajadores extranjeros? La
mayoría de los estudios empíricos del mercado laboral concluyen que los
inmigrantes tienen poco o muy limitado impacto en los sueldos y niveles de
empleo de los trabajadores locales, aun en el caso de los trabajadores de
semejantes niveles de educación formal y habilidades Tales estudios econométricos
se basan en el hecho de que los inmigrantes tienden a llenar nichos muy
específicos en el mercado laboral, los cuales han sido generalmente abandonados
por los trabajadores locales. La chilenización llevó a concebir Chile desde el
paso Chacalluta hacia el sur, pero las fronteras delimitan espacios nacionales,
no patrones conductuales humanos.
En la zona norte de Chile creemos que
“tenemos migrantes”, cuando en realidad “somos migrantes”. Las delimitaciones
geopolíticas no pueden eliminar los patrones de conducta observados por milenios.
Se valoran los pasos dados, pero quizás lo principal es reconocer nuestra discriminación
arbitraria y mirar como una oportunidad y no un problema la diversidad que
presenta Arica. La diversidad cultural presente en Arica puede dar pie a
potenciar el turismo a través de la gastronomía, artesanía y la música; ocupar
las plazas laborales que los mismos ariqueños han dejado (los más jóvenes
migran y los extranjeros ayudan a rejuvenecer la población).
Recientemente se publicó que la XV región fue de
las de menor crecimiento en los últimos 10 años. Lo anterior debiera ser
acompañado por una sensibilización a la población sobre las raíces de nuestra
discriminación hacia algunos vecinos. Dentro de los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Chile es de los que tienen menor
porcentaje de inmigrantes en relación con la población total9, pero tenemos la
sensación de “que nos invaden”. Incluso todavía Chile está bajo el promedio mundial
estimado por la Organización Internacional para las Migraciones, OIM (2,14% vs.
3,1%), aunque en la XV Región el porcentaje de inmigrantes respecto a la
población total es el 6,14%. Por ello es imperante tomar el contexto de cada
zona para la nueva ley migratoria. Ya en 2003 la OIM planteaba que “Chile nunca
ha tenido políticas claras de migración. Estas han sido más bien producto de
coyunturas sociales y han estado marcadas, según se desprende de documentos
oficiales, por consideraciones racistas que tenían como fin dotar al país de
una estructura cultural, social y económica superior”10 . Es momento, entonces,
para comenzar a legislar la nueva ley de migraciones, pero mirando los
contextos que se vive en cada zona. El norte de Chile está marcado por una
transhumancia constante. Además, la legislación no debe mirar solo a los que
vienen, sino también al millón de chilenos que vive fuera (¡casi el triple de
los inmigrantes en Chile!). En Arica fluye sangre mixta por nuestras venas, más
allá de tratados, demandas internacionales o prejuicios. Lo citado por la OIM
debiera hacernos humildes para no pretender una migración selectiva, lo que
sería una nueva negación de contexto. La crisis europea aumentará la
inmigración en nuestro país. Seamos acogedores y realistas. MSJ
sjm.josetomas@gmail.com
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